viernes, 22 de abril de 2011

Introducción al Misticismo Judío




Introducción



“En su forma clásica, la religión supone la creación de un profundo abismo entre D´s y el hombre. Ésta es la única razón por la cual el surgimiento de la religión institucional está mucho más alejada del misticismo”.

(Gershom Scholem)

       Antes de entrar en tema del Misticismo Judío y para poder responder la pregunta de Scholem si es que existe tal cosa dentro del judaísmo, y en el caso de que exista, qué es lo que la diferencia de las demás experiencias místicas, hemos de definir el término del misticismo como tal. El mismo proviene del verbo griego myein “encerrar”, de ahí deriva mystikós “cerrado, arcano o misterioso”, con lo cual alude por un lado a un tipo de doctrina cuyas enseñanzas están limitadas para pocos discípulos o estudiosos, y por otro lado, describe algunas de las características de experiencia que pretende alcanzar: la dificultad para llegar a alcanzar la meta final y la cercanía de unión, o experiencia directa entre el hombre y lo Sagrado, unio mystica, que en última instancia prescinde de cualquier tipo de intermediarios; por eso mismo paradójicamente  se ha originado en determinados momentos históricos una extensión del misticismo a nivel popular y un sincretismo entre una doctrina secreta y elitista con las creencias populares, cobrando nuevas formas de expresión e interpretación propios de las masas, muchas veces dándole un sentido y valor nuevos a la doctrina, y otras veces vulgarizando el contenido tradicional.  Así mismo, un movimiento místico ha de convertir el objeto de conocimiento dogmático dentro de un sistema religioso tradicional en una nueva concepción y una experiencia viva, estando ligado con frecuencia a una ideología social, ya que el verdadero místico, así como tiene una experiencia concreta de lo Sagrado, pone en práctica las consecuencias que ésta origina dentro y para el mundo y sociedad que le rodean. Así vemos como en el caso de algunas de las corrientes jasídicas, cuya doctrina desarrollaremos más adelante, surge la oposición al sionismo, considerado como herejía que impide la llegada del Mashiaj; por lo tanto dichas corrientes se enfrentan con el Estado Israelí y se niegan a hablar en hebreo, utilizando el yiddish.
     Las doctrinas místicas han sido expuestas por las tres religiones monoteístas así como por el hinduismo, budismo, tradición celta, germana, griega, etc. Otro término relacionado con el misticismo es el de esoterismo, del griego esoteros “dentro, interior, íntimo”, que además de las connotaciones propias del término mystikós posee el sentido de una enseñanza secreta, ya sea en relación a una doctrina, exégesis, práctica o técnica, rito, etc. Según la opinión de Ismael Quiles con la cual si bien estamos en desacuerdo, pero la exponemos como una de las posibles respuestas que pueden contribuir a nuestra definición de concepto del misticismo, “(…) ni en Grecia ni en la India antigua ha existido un misticismo completo… El misticismo completo es, en efecto, el de los grandes místicos cristianos: un San Pablo, un San Francisco, una Juana de Arco…”[1] Pero el mismo autor nos ofrece una definición personal del término muy acertada y cercana a la enseñanza última de todo tipo de misticismo: “…esta introversión del alma que la hace salir de sí misma entrando en sí misma…”.[2] 

Otra definición la hace Dr. Rufus Jones en su obra “Studies in Mystical Religión”: “Voy a utilizar el término para designar el tipo de religión que hace hincapié en la percepción inmediata de la relación con D´s, en la conciencia íntima y directa de la presencia divina. Es la religión en su momento más vivo, agudo e intenso”[3]; mientras que Santo Tomás define el misticismo como cognitio Dei experimentalis, es decir el conocimiento de D´s a través de la experiencia.  Scholem encuentra el mismo sentido en Salmos 34:8 “Gustad y ved que es bueno de D´s”.
   De todas formas la dificultad que presenta cualquier tema que trata sobre el misticismo no reside en la definición del término, donde tanto la historia como la filosofía coinciden, sino en la gran diversidad de autores y comentaristas sobre el tema, lo cual a nuestro parecer se debe a que, como ya hemos dicho, la experiencia mística no sólo es necesariamente una experiencia personal (si bien es un fenómeno unificado y extendido a lo largo de la historia de las religiones, su raíz se encuentra en la experiencia personal), sino que dicha experiencia en un nivel racional es sumamente paradójica y contradictoria, siendo el centro de su enseñanza coincidencia oppositorum que intenta acercarse al misterio de la Totalidad valiéndose de todo tipo de opuestos existentes con el fin de la trascendencia. “(…) el mundo religioso del místico puede expresarse en términos aplicables al conocimiento racional solamente con ayuda de paradojas”.[4] Por ende la experiencia o el acto en sí es la única forma de abolir los extremos mentales y crear un vínculo entre lo finito (el ser humano) y lo infinito (lo Sagrado). De todas maneras, ese acto o experiencia necesariamente ha de estar dentro de un contexto religioso particular y concreto, por ende coincidimos con Scholem cuando éste dice que no se puede hablar del misticismo como tal,  sino del misticismo de un sistema religioso en particular, y sobre todo si aceptamos la afirmación del mismo autor que dice que toda religión se origina en el misticismo; más allá de que eso sea cierto o no, es evidente que todos los sistemas místicos tienen elementos en común.  De todas maneras no podemos entrar en el tema propio de religiones comparadas para definir en qué contexto es propio hablar de “religión” como hoy la conocemos y cuando es acertado hablar del misticismo que necesariamente implica un dualismo en el pensamiento humano (unión de dos principios opuestos, aunque en algunos sistemas dicho dualismo en última instancia sea reducido a la no-dualidad como Realidad Última) que no existía como tal para el hombre primitivo en su concepción del mundo, para el cual tampoco es aplicable el término de “religión”; además hay que tener en cuenta que no se puede generalizar respecto del surgimiento de diversos movimientos místicos en distintos sistemas religiosos y en diferentes momentos históricos, por lo cual cada sistema ha de estudiarse objetivamente y por separado, teniendo en cuenta que las connotaciones de un mismo concepto pueden variar a lo largo de la historia y que un mismo término puede tener distintos significados dependiendo del sistema religioso en cuestión. “El misticismo representa, en cierto sentido un nuevo despertar del pensamiento mítico, aunque no debemos pasar por alto la diferencia entre la unidad anterior a la dualidad y la unidad que se habrá de recuperar con la nueva irrupción de la conciencia religiosa”.[5]
  Es importante señalar que tanto dentro del judaísmo como del cristianismo no se ha descrito esa unio mystica como una unión del hombre con D´s. Mientras que los místicos de la época talmúdica han denominado la experiencia mística como “ascenso del alma al Trono Celestial”, donde el alma en éxtasis contempla la majestad del Reino de D´s, los jasidim hacían referencia a la misma experiencia pero en otros términos: “con la mirada fija en la Nada”.
Con frecuencia los místicos son considerados herejes dentro del propio sistema religioso, pero puede suceder que dicha “naturaleza herética” no sea reconocida o percibida dentro de la comunidad, sobre todo cuando las prácticas místicas y las así llamadas ortodoxas llegan a identificarse, como ha sucedido con muchos de los cabalistas; el ejemplo contrario que desarrollaremos más adelante, representa el caso de jasidismo y shabetaísmo.
      El tema que vamos a tratar en el presente trabajo es muy complejo debido a diversas corrientes y tendencias que a su vez  han ido evolucionando  a través de la historia y que forman parte del misticismo judío; la primera parte de nuestro trabajo será dedicada a describir los conceptos básicos de la cabala, (que se diferencia del jasidismo, entre otras cosas, por ser contemplativa, mientras que éste último es  esencialmente activo) donde haremos una breve introducción al sistema y pensamiento cabalístico, desarrollando los conceptos e ideas más relevantes y haciendo breve mención de sus obras literarias así como de personalidades más reconocidas. Dentro del segundo apartado del trabajo trataremos el tema del movimiento Jasídico en particular, que forma parte del Misticismo Judío, y que también ha desarrollado complejidades propias a lo largo de la historia.
   Se conoce por cabala el sistema místico judío (aunque de diversas influencias) de interpretación de Textos Sagrados, que fue transmitido como tradición esotérica y desarrollado desde el s. XIII combinando elementos filosóficos. Se la suele dividir en cabala maasit y cabala iyunit, conceptos que desarrollaremos más adelante: esta última de carácter especulativo y filosófico, por ende de mayor complejidad y extensión, debido a gran diversidad de exégesis respecto de sus postulados. En cuanto a la primera, esta rama de la cabala, que entre sus métodos prácticos más usados contaba con la guematria[6], notarikón y tmurá combinados con angelología (ya que los pasajes bíblicos y las oraciones produjeron nombres de ángeles que conferían poderes místicos) tuvo más desarrollo e importancia hasta el s. XIII, sobre todo en Alemania, cuando fue superada por la cabala especulativa de Provenza y España. Gracias a la responsa sabemos que dentro de la misma rama se hacía uso de los nombres de D`s combinados en fórmulas mágicas para curar enfermos, alejar los peligros, etc. lo cual ha producido gran elaboración de los amuletos para la disposición popular, por lo cual la cabala maasit  tuvo sus adeptos sobre todo dentro del pueblo.
  Si bien los eruditos del siglo pasado, tales como Graetz, Zunz, Geiger, Luzzatto, Steinschneider, que ofrecían un análisis moderno del judaísmo y por lo tanto no veían con buenos ojos la cabala ni al jasidismo, para Scholem, que se basa en una visión rigurosamente histórica del desarrollo del misticismo, dichos autores con sus críticas han hecho valiosos aportes, ya que si bien por un lado han tergiversado muchos conceptos y valores de la Cabala, por otro lado han esclarecido algunos de sus aspectos importantes con objetividad: “A veces estaban en lo cierto, pero por razones distintas de las que ellos aducían (…) lo que más sorprende cuando se leen las obras de estos críticos es la falta de un conocimiento adecuado de las fuentes o de los temas sobre los cuales en muchos casos osaron emitir un juicio”.[7] No es de sorprender que durante el período racionalista que predominaba dentro del judaísmo en el s. XIX, las ideas y opiniones respecto de la doctrina cabalística  hayan sido expuestas por los estudiosos cristianos del misticismo, entre ellos Arthur Edgard Waite y Franz Josef Molitor. Estos, según Scholem, han mostrado una comprensión profunda del tema en cuestión, aunque han tenido fallas importantes en cuanto al sentido crítico de la historia y filología. Como resultado natural, lo cual comprobaremos dentro del desarrollo de nuestro trabajo, dichos antagonismos han dado pie para el surgimiento de todo tipo de charlatanerías e interpretaciones poco serias así como sectarias dentro del misticismo, entre ellos las interpretaciones personales y sincréticas de Eliphas Levi, Dion Fortune y Aleister Crowley.


Lilia S. Bykova

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[1] Quiles, I., Antropología filosófica in-sistencial, p. 42
[2] ídem
[3] Scholem, G., Las Grandes tendencias de la mística judía, p. 17
[4] Ídem, p. 18
[5] Ídem, p. 20
[6]Gematria- es una metátesis de la palabra griega grammateia basada en el relativo valor numérico de las palabras. Las mismas de valores numéricos similares supuestamente se interpretan mutuamente, y esta teoría se extiende a las oraciones y frases completas” (Crowley, A., “Gematria, Dogma Cabalístico y Ensayo sobre los Números”)
[7] Ídem, p. 17