lunes, 18 de abril de 2011

Teoría de rasa: concepto de valoración estética en la India

“Así como los pájaros extienden sus protectoras alas,
desplegad vuestra protección sobre nosotros”
 (RgVeda)

 El arte indio posee básicamente dos características principales- la empatía y el fin meramente práctico, en relación al culto y devoción religiosos. El arte indio más antiguo que conocemos hasta ahora es el arte védico, pero con esa denominación dejamos fuera la cultura de los drávidas, que no está desligada de aquél, pero debería tratarse como un tema aparte. La experiencia estética se encuentra muy próxima a una experiencia mística, que permite al individuo percibir e intuir la emoción de la esencia divina. En dicha percepción de la presencia mística es importante diferencias el sentimiento del sentimentalismo. Coomaraswamy, a quien podemos considerar como el primer historiador del arte indio, equipara a éste último al concepto del yoga que “permite al individuo recobrar momentáneamente la unidad de su ser con el mundo, liberándolo de su propia individualidad”.[1]
El arte en la India no es propio de la visión, concepción y obra de los artistas, sino de filósofos.
La teoría rasa, enunciada por primera vez durante el período védico, por Bharata en el Natsyasastra ha sido retomada posteriormente por los teóricos de Cachemira como Anandavardhana y Abhinavagupta (s. IX y X). La misma teoría, referente a la emoción estética y al poder evocador de una obra, al ser uno de los pilares del arte indio, nos lleva a la conclusión de que éste es de carácter fundamentalmente religioso y destinado a la devoción (bhakti).
Como destaca Coomaraswamy a lo largo de sus ensayos, la función práctica del arte indio en la vida cotidiana es utilitaria, mágica y protectora; los objetos artesanales que no son sino frutos de la moda, no responden a las necesidades sociales y están completamente desligados de la concepción y propósito de rasa, es decir, no cumplen con la función evocadora ni de empatía en cuanto a una experiencia mística. Con el concepto de rasa también queda más evidente el propósito por el cual se suele representar a seres sobrenaturales dentro del arte indio: con ello se recuerda que el arte no siempre es fiel a la naturaleza, y como responde Coomaraswamy a los críticos de las “representaciones monstruosas, supersticiosas e idólatras” del arte indio: “Qué hay en este mundo que no sea sueño y superstición?”[2] De hecho, es natural ver en las representaciones artísticas esa típica característica india de la percepción de la unidad e interrelación de todas las cosas en el fondo de una exaltación permanente de multiplicidad: las distintas artes se interpenetran de forma que se puede apreciar pinturas que traducen melodías (ragmalas), o dentro de los tratados del amor (KamaSutra) se pueden apreciar claramente los cánones de la estética. Cada una de las peculiaridades del arte responde tanto por separado como en conjunto a una concepción globalizadora del mundo, y que debe necesariamente tener una respuesta a nivel práctico y cotidiano, para que el espectador logre trascender la realidad y acercarse a la divinidad, anulando las contradicciones y agrupando los opuestos. Dicha emoción que se genera en el espectador, la evocación de la misma y la respuesta por parte del espectador, es el concepto y la función de rasa.  

Lilia S. Bykova

[1] Eva Fernández del Campo, A. K. Coomaraswamy, La Danza de Shiva, p. 10
[2] Ídem, p. 11